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16 de noviembre de 2005

Debate or not debate ::

por Unknown

Lorea La musiquita barroca, con pretensiones de no sé qué. Masterpiece Theater. Los cuatro candidatos frente a los cuatro periodistas en un salón alfombrado que modera la frialdad de la piedra de los muros y el metal de los pupitres. Casa Piedra se llama el lugar, con un minimalismo sobrio, tan chileno y aburrido. A lo mejor el lugar tiene otro nombre, pero no sé cuál será. Ahí se le han hecho homenajes a Pinocho, a Hermógenes con H, se hacen desfiles de moda. Es un lugar de eventos, explican los que saben. Dos de los periodistas tienen cortes de pelo idénticos, el del 13 y el de Chilevisión, cuesta distinguirlos porque además están vestidos igual. El de Mega habla con acento raro, centroamericano, y está peinado a la gomina, al estilo pije de sus bosses. El gordito de TVN sacó corbata hippie, verde y audaz, como para compensar que hizo la pregunta más reaccionaria de la noche, en la que le dio legitimidad y tribuna al prejuicio xenofóbico de que los "extranjeros" le quitan el trabajo a los chilenos. Menos mal que Hirsch le paró el carro. El de Mega mostró la hilacha cuando le tocó contrapreguntar a Lavín y en vez de eso le dio en bandeja papita para el lorito, y el lorito habló, esta vez añadiendo un ligero temblor de manos a su gesticulación desesperada. Los otros periodistas hicieron el intento de estar alertas y hacer la contrapregunta adecuada. En general lo hicieron bien, pero no mejor que Constanza Santa María en el primer debate. En lo importante: Piñera, brazos cortos o mangas largas, no se sabe bien. Lavín con sobrepeso y la partidura demasiado derecha, aunque nunca tan derecha como la de Cuadra. Michelle de rojo y con problemas de micrófono o de volumen que solamente se solucionan cuando le toca hacer su declaración final. Lavín lo grita todo, y Piñera haciendo una performance casi perfecta de los talking points que huelen a consejero gringo. Los mismos que inventaron mano firme/mano acogedora ahora le attachearon al disco duro puente que une, no muro que divide. Hinzpeter repite el leit motif cuando le toca hacer el spin post con Oyarzo, que le muestra sus dientes blanqueados con su sonrisa de hiena. Candidatos Presidenciales Hirsch y Bachelet. Fuente: "El País". Hirsch perfecto, no hay nada que decir del aplomo que muestra, de la facilidad con que encuentra el tono apropiado para cada respuesta. Estoy de acuerdo con cada cosa que dice, con cada punto de vista que plantea, pero además con la forma de enfrentar las preguntas. La contestación sobre el matrimonio homosexual (algo así como que en cincuenta años más no se va a debatir el tema, como hoy no causa escándalo el voto femenino) fue tan perfecta como realista la de Michelle. Ella reconoce que Chile no está preparado, aunque me parece que dijo "todavía", y sacó a colación el ejemplo francés, sin considerar que por estos días cuando uno piensa en Francia ve autos ardiendo y no parejas gays ejercitando con egalité la liberté de fraternizar con quien se les pare. Ahí está el dilema que encarnan Tomás y Michelle: revolución o reforma, cambio urgente versus cambio gradual, santidad ética versus pragmatismo paciente. Pero de repente me acuerdo que me contaron que en los retiros, o "criptas" creo que les decían, de Silo de principios de los 70 se decía que los homosexuales no evolucionan. A lo mejor los Humanistas sí evolucionaron after all. Ojalá alguien le preguntara a Hirsch sobre un tal Mario Rodríguez Cobo. Piñera defiende los tratados de libre comercio: hay más autos, más refrigeradores, más productos de consumo. Hay más aviones, más celulares y más tarjetas de crédito. Esto último no lo dice, pero es lo que piensa. Lavín dice que hay que poner más Dios en Chile, a la xuxa la tolerancia. Las preguntas se suceden y hasta los periodistas pierden noción de dónde están. Hoffman se confunde. Michelle mejora al final, le suben el volumen o ella aumenta la intensidad de sus respuestas, y aflora su "ángel" mediático. Lavín da pena, insiste en sus pergaminos de haber perdido la elección anterior. Piñera no se da cuenta de que se le enchuecó la corbata cuando insiste en su deprived negro childhood, como dice la Oprah cuando le cuentan cuentos de la dura infancia o el equivalente de ser hijo de empleado fiscal. Como hijo de empleado particular, me quedo pillo. Su padre fue embajador; en rigor tiene razón: empleado fiscal. Después se pone soberbio cuando le recuerda a Hirsch que los dos empezaron siendo empresarios al mismo tiempo, en las mismas condiciones. Le faltó decir "y mira cómo nos fue", pero el mensaje fue claro: I'm a winner, baby, and you are a loser. El spin session de TVN es demasiado aburrido como para darle más vueltas, no pun intended. Basta señalar el elenco que Oyarzo pudo conseguirse para tener una idea: por Hirsch, Carmona; por Bachelet, Mulet; por Piñera, Hinzpeter; y por Lavín, Longueira (este último patético en su camisa rosada con corbata celeste luminosa y su esfuerzo de imitar el acento terrateniente de sus correligionarios de mejor cuna-- no te sale, ñato). Todo esto sucede el día en que Pinochet ha sido declarado apto para enfrentar un juicio. No es cierto, pero no me acuerdo, y si es cierto, no me acuerdo. Pero de derechos humanos sólo habla Hirsch, que aprovecha de subir al columpio al astuto de Lavín, que se quiso pasar de listo haciendo un letrerito con el número 500 (el número de asaltos en las horas de debate). Mañana será otra encuesta.

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