Buena chuntería

por Unknown

Cheney casi se pitea a un republicano y nadie se entera hasta dos días más tarde. La Casa Blanca le echa la culpa a la víctima por no seguir las reglas básicas de seguridad en un una cacería, entre las cuales se cuenta la de no ponerse frente a la escopeta de Darth Vader. Aparentemente, Cheney confundió al viejujo republicano, Mr. Whittington, con una fila de codornices, y cuando se dio cuenta de su error ya había vaciado los cartuchos de su escopeta. Mr. Whittington fue a parar al hospital con perdigones por todas partes, y Cheney ni siquiera lo fue a ver. Tampoco le mandó flores a la UCI, y ahí otra vez le achuntó, porque las flores en la UCI como que no pegan. Cheney no se anda con chicas cuando se trata de cazar: le hace a todo, patos, faisanes, perdices, codornices, palomas, pavos. Claro que a veces quiere ir a la segura y va a cotos exclusivos donde se crían pájaros en cantidades industriales para que ricachones llenos de colesterol como él no se tengan que esforzar mucho para matarlos con sus escopetas de lujo. Hace un par de años, Cheney "cazó" en un solo día 70 faisanes y un número no revelado de ánades criados en cautiverio y soltados el mismo día de la matanza. El total de pájaros masacrados por la partida de caza del VP (9 viejujos republicanos igualitos a Mr. Whittington y una viejuja republicana también igualita a Mr. Whittington) esa vez fue de casi 500. Darth Vader no es el único que se dedica a esta forma de matar animales por gusto. Por todo el país --especialmente en los estados bushistas o redneck, pero no sólo en ellos-- hay reductos de caza donde las presas, aves o mamíferos, están encerrados dentro de perímetros de alambre electrificado o bien "contenidos" en lugares de donde no tienen ninguna chance de escapar a los disparos. La mala suerte es que no le llegara a Cheney un par de perdigonazos, nada grave, pero suficiente como para gatillar un ataque al corazón, digo yo. Aunque eso sí que nunca se sabría, como no se supo jamás qué le pasó hace un mes, cuando sufrió ahogos y una misteriosa lesión al pie que lo mandaron directo al hospital. En la tierra de la libertad y morada del valiente, nadie se atreve a averiguar exactamente qué pasó, como nunca se sabrá qué diablos cómo fue que Mr. Whittington terminó rociado de perdigones o si le hicieron la alcoholemia a Darth Vader. EE.UU. es un país donde los vicepresidentes matan. En el siglo XIX Aaron Burr se piteó a Alexander Hamilton, cuyo rostro angelical adorna los billetes de 20 dólares, de un pistoletazo a la cabeza. El estado de Nueva York lo encausó por asesinato, pero Mr. Burr se hizo el leso y no volvió nunca por esos lados para no hacerse problemas. Buscó suerte por otros lados, tramando tomas de territorio en Louisiana y en México, donde le dio una especie de fiebre de proclamarse emperador. Doncha be aimin' that gun at me yew s.o.b. or ah'll fuckin' cut yer bawls awff: Apunta pa otro lado tonto hueón, mira que si no te voy a podarte

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